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11.01.12 Diario Clarín

Del otro lado del prejuicio

“En el cuarto de al lado”. La obra, con Cáceres y Carrá, gira en torno a un consolador, en un relato bien actuado y en clave de comedia.

Luciano Cáceres y Gloria Carrá Luciano Cáceres y Gloria Carrá

La de En el cuarto de al lado podría ser la historia de cómo un pequeño aparato eléctrico logra sacar a relucir una trama de emociones y pasiones encerradas.La obra de Sarah Ruhl (estuvo en escena en Broadway en 2009) se estrenó ayer en el Apolo, dirigida por Helena Tritek. El elenco está encabezado por Luciano Cáceres y Gloria Carrá con el desafío de personificar a un matrimonio también en el escenario (son pareja en la vida real). El es el doctor Givings, un médico amante de la ciencia y fascinado con el reciente descubrimiento de la electricidad. En plena época victoriana, su esposa, Catalina, se aburre en su vida cotidiana y no puede contener la curiosidad por saber qué hace su marido cuando atiende del otro lado de la puerta.

Givings prueba en una de sus pacientes, Sabrina, un aparato que acaba de inventar para curar la “histeria” femenina: un consolador. La irrupción del adminículo en sus vidas le abre a los personajes un mundo inesperado.

En tono de comedia, con una escenografía y un vestuario impecables (a cargo de Eugenio Zanetti) para trasladar al espectador en tiempo y espacio, ya nadie será el mismo. La Sabrina que interpreta Victoria Almeida pasa de una angustia casi infantil al más puro éxtasis, en una amplísima gama de matices, y en todos, brilla. Lo mismo que el artista confundido y graciosamente exagerado que compone Esteban Meloni, un seductor “histérico” y tierno a la vez.

Los extraños que llegan a la casa del matrimonio Givings son, como el consolador, una herramienta para avivar el fuego que la pareja tiene apagado. Con eficacia, Cáceres y Carrá logran correr el foco de su vida real hacia esos dos seres que intentan, como pueden, descubrir lo que les está pasando.

Las pasiones desatadas, las complejas relaciones sentimentales, el placer reprimido y el orgasmo descubierto aparecen en escena con naturalidad y sentido del humor. Gipsy Bonafina (una genial Ana, enfermera y ama de llaves que deleita también con su voz), Erica Spósito y León Bara completan el elenco.

La distancia temporal de la trama y la delicadeza con que se aborda la historia evitan que cualquier alusión a un tema como el que plantea la obra se convierta en chabacano. Por el contrario, el halo de ingenuidad y belleza que se manifiestan en la puesta (incluida la jugada y lograda escena final) permiten abordar el misterio (todavía hoy y quizás siempre) que implican las cuestiones del corazón, con o sin aparatitos.